Karla y Ana
Karla y Ana, además de embarcarse en la creación de un proyecto conjunto que fusiona el uso del torno con la escultura manual para dar vida a piezas intervenidas, anhelan instruir a aquellos que deseen adentrarse en el vasto mundo de la cerámica. Su deseo es compartir su lenguaje, su pasión por la arcilla modelada y la magia de ver cómo las ideas toman forma en sus manos.
Ana Gurrola es una joven ceramista con raíces en el diseño industrial. Hace año y medio decidió explorar el arte del torno en el cual encontró el medio perfecto de creación con el cual expresar su creatividad libremente, la cerámica dejó de ser un simple instrumento y se convirtió en un lienzo en blanco donde encontró su identidad como diseñadora fusionando el arte de la cerámica con el diseño. En su viaje como ceramista ha desarrollado un profundo interés por la experimentación e investigación de pastas y esmaltes debido a que encuentra en esta exploración posibilidades infinitas de texturas, colores y acabados, lo cual la ha caracterizado siempre como diseñadora.
En cada pieza que crea, encuentra una parte de sí misma, una voz única que se expresa a través del barro y el fuego, la cerámica es más que una forma de arte; es un viaje de autodescubrimiento y autenticidad lo cual le permite estar en búsqueda constante de lo que para ella es el significado de la belleza y del mundo que la rodea, tratando de guiar a otros en el descubrimiento de su propio camino, ya sea como artistas o diseñadores.
Karla Canchola es una diseñadora industrial y ceramista de 24 años originaria de Jalisco, donde su amor por el arte y la naturaleza florecieron desde temprana edad.
Desde niña, su pasión por la escultura la llevó a explorar los rincones de la creatividad, asistiendo a cursos en la Escuela de Artes de la Secretaría de Cultura de Jalisco. Allí, entre las manos de papel maché y alebrijes, descubrió su fascinación por la vida silvestre, encontrando en ella una fuente inagotable de inspiración. Cada obra es un homenaje a la interconexión entre la naturaleza y el ser humano, reflejando la armonía que existe entre ambos.
Pero su camino va más allá de la creación individual; su corazón late por la enseñanza y el compartir de su conocimiento.
Desde los 18 años, ha impartido talleres para niños en diversos campamentos, consciente del valor de cultivar el crecimiento cultural y artístico desde la infancia. Para ella, cada niño es una semilla que merece ser regada con amor y sabiduría. Es así como se convierte en una guía para las nuevas generaciones de pequeños artistas.